Carmen Laforet Díaz (Barcelona, 6 de septiembre de 1921 - Majadahonda (Madrid), 29 de febrero de 2004) fue una escritora española.
Biografia
Nacida en Barcelona el día 6 de septiembre de 1921, cuando tenía dos años de edad su familia se trasladó a vivir a la isla de Gran Canaria (Islas Canarias), y allí transcurrió su infancia y adolescencia.
Regresó a la península para estudiar Filosofía en Barcelona y Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, pero abandonó ambas carreras a los 21 años. Se casó en Madrid con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales, con quien tuvo cinco hijos.
En 1944 publicó Nada, que ganó la primera edición del premio Nadal de la editorial Destino. Esta novela fue un éxito de crítica y de público y la catapultó muy joven a la fama literaria.
En 1950 publicó La isla y los demonios, novela situada en Canarias, donde se había criado y, en 1955, La mujer nueva, una obra marcada por las experiencias religiosas de la autora. Siguió La insolación (1963, primer volumen de la trilogía Tres pasos fuera del tiempo), y después un largo periodo en el que estuvo trabajando en los otros dos tomos de la trilogía, pero sin llegar a publicarlos.
Viajó a Estados Unidos invitada en 1965, y sobre su experiencia en aquel país publicó el ensayo Mi primer viaje a USA (1981); allí conoció además al novelista Ramón J. Sender, con el que intercambió una interesante relación epistolar. Entre sus libros de cuentos destacan La llamada (1954) y La niña y otros relatos (1970).
Casi toda la obra de esta autora gira en torno a un mismo tema central: el del enfrentamiento entre el idealismo juvenil y la mediocridad del entorno.
Carmen Laforet también escribió novelas cortas, libros de cuentos y narraciones de viaje.
En 2003, su hija Cristina Cerezales publicó Puedo contar contigo, que contiene la relación epistolar entre su madre y Ramón J. Sender, un total de 76 cartas en las que la escritora desvela su silencio literario, su patológica inseguridad y su deseo de resguardarse del contacto social, que después cristalizó en un distanciamiento paulatino de la vida pública acelerado por una enfermedad degenerativa que afectaba a su memoria.
Su situación personal era dura, ya que se había separado en 1970 y le faltaba estabilidad económica, pero también por las circunstancias generales, como el clima político y social, con un machismo que hacía que en las entrevistas debiera responder a preguntas como si quería más a sus hijos o a sus libros, y por lo gris del mundillo literario, que ella veía repleto de envidias, enemistades y rencillas.
Laforet no quería adscribirse a ninguno de “estos reinos belicosos”, por lo que, aseguraba, la consideraban “enemiga de todos. O tonta, o malvada, o lo que sea. Yo no soy luchadora”.
El infatigable Sender era su antítesis, y la animaba constantemente a que escribiera. Sender le confesó que “el césar pequeñito” era la única persona a la que guardaba rencor. El autor de Réquiem por un campesino español detallaría a su amiga sus crisis de ansiedad “porque no me avengo a ser viejo”.
La religiosidad fue otro de los temas de las cartas que se escribieron, pues ambos creían en Dios, con distintos matices, y compartían una devoción hacia Santa Teresa de Jesús.Carmen Laforet sufría de Alzhéimer y falleció en Madrid el 28 de febrero de 2004.
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"Si uno es escritor, escribe siempre, aunque no quiera hacerlo,
aunque trate de escapar a esa dudosa gloria
y a ese sufrimiento real que se merece por seguir una vocación."
Carmen Laforet
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