Llevamos cinco años de crisis que no remite, pese a las
recetas y los brindis que nos hace la clase política. Más bien al contrario.
Cada mes las cifras macroeconómicas son más terroríficas en lo concerniente al
desempleo, al déficit, a la cobertura social.
Muchos españoles de buena fe creían que con el simple hecho de echar a
Rodríguez Zapatero y sustituirlo por Mariano Rajoy la cosa estaba
arreglada.Seis meses
Pues bien, ya ha pasado medio año desde que la derecha retornó al poder. Los tecnócratas de Rajoy –léase Luis de Guindos-se están mostrando completamente impotentes para echar el cerrojo al leviatán que todo se lo come. Ni siquiera son capaces de decirnos qué es lo que sucede realmente y por qué los mercados siguen castigando de forma implacable los intereses del Reino de España. Un día dicen una cosa y otra la contraria.
La perorata gubernamental de que los “frutos se verán en breve” parece en las actuales circunstancias más una desiderata que un análisis con base.
La realidad
Seis millones de parados, dos millones de familias sin protección social alguna y con todos sus miembros en el paro, una media del 40 por ciento en el paro juvenil. Estos son los síntomas de una enfermedad que de no atajarse conducirá directamente a la tumba al país.
La única receta, según los neoliberales adoradores del mercado, es el ajuste, el recorte y deshabilitar el llamado estado del bienestar que se está quedando en los huesos.
Perspectiva
A corto y medio plazo las perspectivas no son nada halagüeñas. Los propios portavoces del Cámaras, si, pero también legitimidad en la calle.
Un brote verde. Algo que llevarse a la boca. Por ahora todo es un erial con el agravante de que la clase media está desaparecida y sus ahorros se han volatilizado.
El pueblo soporta
La cuestión, la gran cuestión que se plantean los expertos y observadores es la siguiente. ¿Hasta cuándo se puede sostener esta situación sin que se corra el peligro de que todo salte por los aires? Grecia es un referente en cualquier caso. ¡Mucho ojo!
Rajoy debe explicar
Lo que sorprende es la permanente huida del Presidente en cuestiones claves. Yo entiendo la dificultad de un primer ministro para explicar lo que está sucediendo pero tengo para mí que ni siquiera saben ellos lo que realmente ocurre.
Aún así, el presidente Rajoy debe visitar más el hemiciclo porque al fin y a la postre este es un régimen parlamentario.
Pero soy consciente de lo difícil que es vender burras ciegas. Pero se necesitaría un milagro para cerrar un trato en esas condiciones.
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