sábado, 5 de mayo de 2012

El desembarco de China en Latinoamérica amenaza el liderazgo de España en la región...

Octubre de 2011. Asunción (Paraguay). La XXI Cumbre Iberoamericana, la reunión anual de Jefes de Estado que fomenta la cooperación entre países de América Latina y Europa, principalmente España y Portugal, presentaba un paisaje inaudito: 11 de los 21 mandatarios, participantes habituales, estaban ausentes.
Si no un completo fracaso, la hasta hoy última de estas cumbres (la próxima cita será en Cádiz, en noviembre de este año) evidenció –según especialistas en la región como el catedrático de la UNED Carlos Malamud– graves síntomas de agotamiento y la necesidad de "repensar el modelo de arriba abajo, comenzando por el papel de España"
Una buena parte del éxito económico de América Latina en los últimos años se debe al aumento de sus exportaciones. Y un porcentaje cada vez más alto de estas tiene un destino hasta ahora casi inédito: China. La que es ya la tercera economía del mundo se convirtió, en 2009, en la principal socia comercial de Chile y Brasil. En líneas generales, según el informe de la CEPAL para 2010, China es ya la tercera potencia comercial de la región, tras la UE (primero) y EE UU (segundo).
España sigue siendo, a pesar del debilitamiento de los lazos fraternales, el puente entre el Viejo Continente y América Latina.
El desembarco chino en el continente podría afectar negativamente a medio plazo, como ya pronosticaron algunos estudios, a los intereses del principal país inversor de esta región: España. En un artículo publicado por el Instituto Elcano en 2007, el profesor de Economía de América Latina en la Universidad de Oxford, Diego Sánchez Ancochea, ponía el acento sobre la "amenaza" del crecimiento de la inversión del gigante asiático en el sector energético y las consecuencias para las empresas españolas con negocios en el continente.

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