España no es Uganda, le dijo Rajoy a su ministro por mensaje de móvil, según
reveló el diario El Mundo. ¿Cuál será el siguiente país que elegirá el
presidente para subir la moral de los miembros de su gobierno?; ¿Quizás Gabón?,
¿o Zambia, el país más pobre del mundo, con un 80% de la población en miseria
extrema?. No sería de extrañar que, tal como vamos, salga a la luz pública una
sentencia de Rajoy que diga; ánimo, que España no es Zambia. Y que conste que no
pretendo hacer chascarrillo alguno con el nombre de estos países que, por
cierto, poseen una gran riqueza, como el cobre en Zambia, pero que es expoliada
por grandes empresas y por los intereses de los grupos de poder de siempre.
A este paso, decía, no sería extraño que acabáramos como estos países, los más pobres del mundo aun poseyendo grandes riquezas naturales cuyos beneficios nunca acaban en el país, sino en manos de los intereses que los explotan, mientras sus ciudadanos mueren de hambre. Salvando las distancias, que simbólicamente tampoco son tan grandes, en España llevamos un tiempo presenciando ese tipo de actuaciones que vienen despojando a la ciudadanía de sus derechos más básicos y de su ya precario, en comparación con Europa, nivel adquisitivo.
De hecho, en el último examen a España, en mayo, el Consejo Europeo insistía en que España es el país donde más ha crecido la pobreza de la Unión Europea , y recomendaba al Gobierno medidas serias para combatirla. La ONU , por su parte, también ha calificado como “alarmante” la pobreza infantil en España. Más de dos millones de niños españoles traspasan los límites de la pobreza extrema; Hay ya más de doce millones de “pobres” en España, es decir, uno de cada cuatro españoles no obtiene los ingresos mínimos necesarios para costear su supervivencia básica. Así estamos, por lo cual no es de extrañar, repito, que Rajoy ya no compare a España con Grecia, sino con Uganda.
Y lo alarmante es que cada día vamos a peor. La prima de riesgo, que estaba en 464 puntos cuando el PP llegó al gobierno, a día de hoy rebasa los 600, exactamente está en 642 puntos, lo cual no es de extrañar, porque se está aniquilando el consumo, y anulando el poder adquisitivo de los españoles. El lunes pasado, la presidenta de la Comunidad de Madrid expresaba literalmente que “se tienen que acabar los subsidios, las subvenciones y las mamandurrias”. El Gobierno, por otro lado, también ha anunciado que no prorrogará la ayuda de 400 euros a los parados de larga duración. A su vez, el consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Percival Manglano, planteaba el pasado martes que la educación deje de ser gratuita en los tramos que no son básicos. Es decir, que estudien los ricos, los pobres a casa, porque tampoco tendrán trabajo.
La situación, a todas luces, es insostenible. Como decía recientemente Iñaki Gabilondo, esto no es una democracia, sino una dictadura, en la que los ciudadanos estamos presenciando, inermes y bajo peligro de carga policial en caso de reclamar los derechos, cómo se está empobreciendo sin tregua un país en tiempo récord; eso sí, enriqueciendo a los sectores privados, como la educación, cuya financiación pública se ha incrementado un 30% en los últimos cinco años. Más claro, el agua. En Europa ya es vox populi la precaria situación española, y se debate en los círculos políticos comunes la mejor manera de salvar la situación sin llegar al caos. La ineptitud y la indecencia del gobierno neoliberal (o neofascista, como muchos le califican) están más que demostradas, y al respecto sólo nos queda vislumbrar, para desgracia de España, que, de nuevo, Africa vuelve a empezar debajo de los Pirineos.
Coral Bravo
A este paso, decía, no sería extraño que acabáramos como estos países, los más pobres del mundo aun poseyendo grandes riquezas naturales cuyos beneficios nunca acaban en el país, sino en manos de los intereses que los explotan, mientras sus ciudadanos mueren de hambre. Salvando las distancias, que simbólicamente tampoco son tan grandes, en España llevamos un tiempo presenciando ese tipo de actuaciones que vienen despojando a la ciudadanía de sus derechos más básicos y de su ya precario, en comparación con Europa, nivel adquisitivo.
De hecho, en el último examen a España, en mayo, el Consejo Europeo insistía en que España es el país donde más ha crecido la pobreza de la Unión Europea , y recomendaba al Gobierno medidas serias para combatirla. La ONU , por su parte, también ha calificado como “alarmante” la pobreza infantil en España. Más de dos millones de niños españoles traspasan los límites de la pobreza extrema; Hay ya más de doce millones de “pobres” en España, es decir, uno de cada cuatro españoles no obtiene los ingresos mínimos necesarios para costear su supervivencia básica. Así estamos, por lo cual no es de extrañar, repito, que Rajoy ya no compare a España con Grecia, sino con Uganda.
Y lo alarmante es que cada día vamos a peor. La prima de riesgo, que estaba en 464 puntos cuando el PP llegó al gobierno, a día de hoy rebasa los 600, exactamente está en 642 puntos, lo cual no es de extrañar, porque se está aniquilando el consumo, y anulando el poder adquisitivo de los españoles. El lunes pasado, la presidenta de la Comunidad de Madrid expresaba literalmente que “se tienen que acabar los subsidios, las subvenciones y las mamandurrias”. El Gobierno, por otro lado, también ha anunciado que no prorrogará la ayuda de 400 euros a los parados de larga duración. A su vez, el consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Percival Manglano, planteaba el pasado martes que la educación deje de ser gratuita en los tramos que no son básicos. Es decir, que estudien los ricos, los pobres a casa, porque tampoco tendrán trabajo.
La situación, a todas luces, es insostenible. Como decía recientemente Iñaki Gabilondo, esto no es una democracia, sino una dictadura, en la que los ciudadanos estamos presenciando, inermes y bajo peligro de carga policial en caso de reclamar los derechos, cómo se está empobreciendo sin tregua un país en tiempo récord; eso sí, enriqueciendo a los sectores privados, como la educación, cuya financiación pública se ha incrementado un 30% en los últimos cinco años. Más claro, el agua. En Europa ya es vox populi la precaria situación española, y se debate en los círculos políticos comunes la mejor manera de salvar la situación sin llegar al caos. La ineptitud y la indecencia del gobierno neoliberal (o neofascista, como muchos le califican) están más que demostradas, y al respecto sólo nos queda vislumbrar, para desgracia de España, que, de nuevo, Africa vuelve a empezar debajo de los Pirineos.
Coral Bravo
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